martes, 23 de octubre de 2012

Imagen

Juan se encontró con Fabianna, como habían acordado, a las 15:00 en el Paseo de la Estación. La bella brasileña acudía radiante a la cita, como casi siempre: vestía unos pantalones vaqueros que hacían juego con una bonita camisa azul, y unos pequeños tacones que resaltaban su esbelta figura. Casi igual a como había acudido a esa primera cita, de la que justo este día hacía un año.
El chico le llevaba proponiendo desde hace un tiempo que fueran a un restaurante que se acababa de abrir en el centro de la ciudad. Sus amigos le habían hablado muy bien del sitio y él estaba deseando aprovechar la mínima oportunidad para acudir.

Así pues, entraron y lo primero que se encontraron ya les llamó muchísimo la atención: se trataba de una especie de salón de tamaño medio, cuya decoración destacaba por lo recargada que era, lucían cabezas de animales como toros o ciervos disecadas, y el poco espacio que dejaba esta grotesca imagen en la pared central era rellenada por cuadros de dudoso gusto. A los lados la cosa no mejoraba, ya que aparecían varios carteles gigantes con publicidad al estilo americano, muy toscos y que no tenían nada que ver con  la personalidad del restaurante, que parecía más bien de comida variada, como después comprobarían al leer la carta.

Poco cambió la opinión de los dos protagonistas mientras continuaron en el restaurante. Para empezar, fueron atendidos tarde y mal, parece ser que el número de personal no era el adecuado, entre otras cosas porque sentían como no eran ellos los únicos que se estaban sintiendo mal atendidos y cuya cara expresaba que no lo estaban pasando como pensaban en un principio. En ese momento Juan se acordó de lo bien que sus amigos le habían hablado del restaurante: - Ya verán cuando les coja por banda, expresó ligeramente hastiado. - Igual es simplemente un mal día, mencionó Fabianna.

La comida terminó al menos de una forma que palió en cierta medida el resto del tiempo pasado en el interior del restaurante, ya que el postre, la especialidad de la casa, consiguió mejorar todos los platos anteriores.
Aún así, Juan y Fabianna tenían claro que no iba a ser ese un lugar al que volver para tener una comida tranquila y agradable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario